Loquillo cruza el paraíso en Córdoba
- El barcelonés triunfa en su participación en el primer concierto del festival Filigrana Fest y hace historia, junto al grupo cordobés Subtónica, al ser los primeros en actuar en el Centro de Convenciones
Suena el clásico de Bruce Springsteen Hungry heart, del no menos clásico doble LP del de New Jersey The river (1980). Un público entregado, enfervorecido y que abarrota el lugar da las gracias con vítores a Loquillo y a su grandísima banda por el concierto que acaban de ofrecer en el Centro de Exposiciones, Ferias y Convenciones (CEFC) del Parque Joyero de Córdoba dentro del Filigrana Fest. Es el epílogo a un recital con sello de rock and roll actitud, como El Loco solo sabe transmitir, en el que esa entrega del público demuestra que el de Barcelona, «siempre sumando y nunca restando«, como él suele insistir cuando al presentar a su banda le toca presentarse a sí mismo en los conciertos, ha cruzado con su música el paraíso en Córdoba.
Y lo hizo con temas que ya son tan clásicos como ese Hungry heart de Springsteen o muchos otros que sonaron para amenizar la espera del concierto, empezando por canciones míticas de pioneros como Jerry Lee Lewis, Chuck Berry, Elvis o Ike and Tina Turner. Antes, Javier Estévez, vocalista de Subtónica, insistía a modo de anécdota en que era todo un honor para el grupo cordobés telonear «al maestro, al Loco» lo que había supuesto que fuera su banda la que pasara a la historia como la primera en actuar en este nuevo recinto para conciertos en la ciudad que es el Centro de Convenciones.
El del Clot, un barrio que siempre fue el símbolo de la nueva Barcelona, abrió su última cita con Córdoba con Los buscadores, de su álbum, cómo no, El último clásico (2019); para continuar con Línea clara y Sol, ambos temas del clasicazo LP del rock en español de este siglo Balmoral (2008); Planeta rock, del LP La nave de los locos (2012); Salud y rock and roll, de Viento del Este (2016); y Creo en mí y Sonríe, ambos temas de El último clásico (2019).
Y llegó el momento de homenajear a otros grandes clásico de la música, a su añorado Johnny Hallyday, interpretando el tema que inmortalizaron a modo de dúo en Balmoral (2008), Cruzando el paraíso; y a Johnny Cash, haciendo lo propio con El hombre de negro, de Mientras respiremos (1993). Con una legión de fieles ya totalmente entregados, Loquillo repasó el inmortal tema El rompeolas, de Morir en primavera (1988); para recordar que él es El último clásico, del álbum del mismo nombre (2019); y volver loco al personal con su versión del no menos clásico de Alaska y Dinarama Rey del glam, que incluyó en su LP recopilatorio Rock and Roll Actitud (1978-2018).
Y llegó el momento de presentar a la banda, a esa banda supina que le acompaña, porque El Loco siempre ha sabido rodearse de grandes músicos: «Desde Hospitalet, Jorge Rebenaque (teclados); desde Madrid, Josu García (guitarra, además de ser su productor); desde Vilagarcía de Arousa, Pablo Pérez (guitarra); desde Teruel, mensieur Laurent Castagnet (batería); desde Asturias, el trueno de Gijón, Igor Paskual (guitarra); desde Granada, Alfonso Alcalá (bajo); y desde Barcelona ciudad, sumamos no restamos», sentenció en este último caso refiriéndose a él mismo. Momento, tras el que un punteo de teclado dio paso a Rock and Roll actitud, de Arte y ensayo (2007); para continuar con La vampiresa del Raval, otro clásico ya de, valga la redundancia, El último clásico (2019); y dejar claro que él es El Rey, de Diario de una tregua (2022), su último disco.
Otro punteo, en este caso del bajo de Alfonso Alcalá, dejando reconocibles y magistrales sonidos andaluces, dio paso a uno de los momentos más álgidos de la noche, el momento de La mataré, de Mis problemas con las mujeres (1987), tema que encendió una llama de pasión entre el público que continuó con El ritmo del garaje, del LP del mismo nombre (1983), en el que deja claro que «tú tienes una banda de rock and roll español, que somos nosotros». Y ya puesto a mantener esa llama viva, llegó el turno de Feo, fuerte y formal, esa canción que le regaló su amigo Carlos Segarra (Los Rebeldes), que es un homenaje al Duque, John Wayne, y que formaba parte de su álbum del mismo título (2001).
«Gracias por estar siempre cuando hacéis falta», dijo dirigiéndose al respetable, antes de que empezaran a sonar los primeros acordes de Rock and roll star, de Los tiempos están cambiando (1981), que fue coreada por el público, coros que continuaron cuando interpretó la última del setlist preparado para la ocasión más que triunfante, el clasicazo Cadillac solitario, de El ritmo del garaje (1983).
En medio de todo ese gran repertorio, Córdoba volvió a demostrar la pasión que siente por El Loco y su música cuando, como es habitual en sus conciertos, se bajó al foso que separa el escenario de la primera fila para saludar a quien tuvo la suerte de chocar su mano con la suya mientras cantaba ese tema que habla de las aventuras y desventuras de una zombi, Carne para Linda, de La mafia del baile (1985).
Una pasión que supuso que el del Clot cruzara el paraíso en Córdoba, con un repertorio sólido, unos músicos supinos y un rock and roll actitud que demuestra que, como Jerry Lee Lewis, Chuck Berry y Springsteen, él es un clásico, el último clásico; y que como su adorado Elvis, él es el Rey, en este caso del rock español, un Rey que en ese cruzar el paraíso dejó al público con ese corazón hambriento que cantaba Bruce Sprigsteen en el epílogo de un gran concierto.