Loquillo: «¿Retirado? Cuando me muera»
El cantante está punto de terminar una épica gira, ‘El Rey’, mientras se prepara para evolucionar a otro tipo de artista.
Bajo el aspecto hierático e indiferente a los mortales de Loquillo hay un corazón reacio a mostrarse, pero que se intuye y que es muy suyo en cuanto a las razones por las que late. El cantante está a punto de poner punto y final a su gira El Rey, (11 de noviembre en Fuerteventura y 2 de diciembre en San Sebastián) después de hacerse un Wizink Center en el que fue un concierto único, «es un show de Loquillo, punto. Todos los shows son únicos«, apostilla él, hablamos sobre su carrera y filosofía de vida.
¿Tiene algo especial el Wizink center?Fuimos el primer grupo en abrir en una arena el Protocolo COVID en la pandemia y fuimos el primer grupo de rock español que abrió el Wizink sin sillas. Y por eso mismo, pues este es el tercer asalto al Wizink en muy poco tiempo, pero necesario. Es el mejor recinto. El mejor, sin duda, el trato es exquisito y nosotros fuimos cuando se nos pidió que fuéramos la primera banda en abrir el Protocolo COVID en el 2020. Nosotros no nos lo pensamos, era nuestro trabajo y era necesario hacerlo. Y en ese sentido, nos une muchas cosas y sobre todo, en el plano emocional en un momento muy difícil como fue ese.
¿Había cierto temor en ese momento o pesaban más las ganas de tocar en directo?Defendíamos nuestro oficio, como tú defiendes el tuyo de periodista. Y en aquel momento era necesario salir. Lo que pasa, como tú ya sabes, es que hay periodistas que cubren guerras y otros que cubren noticias del corazón, no son lo mismo. Tampoco es lo mismo Loquillo y La 101, que es la banda, que que otras bandas, que se dedican a venir en los momentos en los que las cosas ya funcionan. Nosotros fuimos los primeros en abrir.
¿Y qué hizo antes, cuando aún no se podía?Como no pudimos realizar el tour yo me embarqué en la gira de poesía contemporánea con Gabriel Sopeña y un trío de jazz con Josu García Dorantes, Laurent Castagnet y Alfonso Alcalá y recorrimos España en pandemia, en una furgoneta y tocamos en los sitios donde podíamos. Y donde, ayuntamientos de distinto signo político tuvieron la audacia de seguir programando culturalmente actos en un momento en que era muy difícil, debido a las trabas que ponían los en las comunidades autónomas, cuando Ministerio de Cultura tenía una campaña que decía la cultura es segura. Era una contradicción absoluta todo el rato. Me siento muy orgulloso de haber hecho esa gira, es de la que me siento más orgulloso de mi vida, porque fuimos muy audaces, no había vacunas y porque fue contra mundo y yo soy muy contra mundo.
Decía que cada concierto de Loquillo es único. ¿Alguna vez es rutinario o aún tiene un cierto nervio antes de empezar?Jamás es rutinario. Cada día es una vida, por lo tanto, cada concierto es otro concierto. No hay rutina. La vida es un soplo, así que hay que vivir rápido. Jamás me he planteado la vida de otra manera, soy pasional, intenso y emocional, tres cosas fundamentales a la hora de subirse a un escenario, sea en el plano artístico que sea.
¿Eso se aplica también a la vida?Siempre. No entiendo la vida de otra manera. Y no es que sea un actor que interpreta un personaje, pero sí que soy bastante Stanislavski en eso. El escenario, quizás, es el único lugar donde yo me proyecto como persona. Ahora mismo soy el personaje que interpreto.
Tiene decenas de discos y decenas de canciones, ¿cuál es la canción que más te gusta interpretar? ¿Y cuál es la que más pereza le da?La que es una aventura interpretar es Voluntad de bien, que es la que cierra el disco Diario de una tregua, precisamente porque todavía no me he atrevido a hacerla. El resto fluctúa porque depende siempre del estado anímico. También hay una parte importante que es darle al público lo que quiere. Por lo tanto, me reservo la parte personal y cuando me subo a un teatro realizando espectáculos de poesía contemporánea estoy haciendo, quizás, la parte más cercana de mi.
Hablamos ahora de estado anímico, de poesía, que es una cosa muy emocional, muy interior. Usted siempre ha tenido fama de hombre duro…
Soy un hombre duro.
¿Eso no significa ser un hombre insensible, no?Bueno, no sé lo que quieres decir, tengo 61 años. Considero que para dedicarte al arte tienes que tener una sensibilidad especial. Y yo me tomo muy en serio, porque la cultura hay que tomársela muy en serio. Cuando dices un hombre duro, me refiero a que soy un hombre que con 61 años se ha batido el cobre por la vida. A estas edades tengo muy claro que un hombre duro era mi padre, que se levantaba a las seis de la mañana para ir, para ir al puerto de Barcelona a hacer de estibador, que es lo que fue durante toda su vida. Yo tengo noción de clase obrera y para mí mi disciplina va muy unida al trabajo. Tengo muy claro que en todo lo que te dediques tienes que ponerle el alma. Y no valen medias tintas en esto, quizás vivimos un tiempo en que en la arte y la cultura se banalizan, pero eso no es porque no existan grandes creadores y grandes artistas, sino porque quizás vivimos unos tiempos asesinos, que decían los orientales.
¿Como ve un rocker las nuevas músicas?No hablo de otro artista que no sea yo, ni de otras músicas que no sean las mías. Ellos ya tienen voceros suficientes para hablar de ellos.
¿Recuerda su primer concierto? ¿Cómo fue?En el Cabaret Tabú de las Ramblas, en el año 78, agosto del 78 con un montón de marines americanos de la Navy, un montón de señoras de la vida, algunos punks y algunos rockers.
¿Cuanto ha cambiado Loquillo de entonces a ahora?Imagino que bastante, afortunadamente. Todos cambiamos. Y lo importante es que ese cambio sea para mejor y no quedarse y vivir del recuerdo, porque ese el primer paso para el sueño eterno. Yo jamás me he tomado en serio eso de ‘yo no cambiaré nunca’. Puf. No te fíes nunca de alguien te dice eso, es peligroso.
Y, sin embargo, ha sabido mantener un estilo dentro de esa evolución..Bueno, lo más difícil del mundo de la música es tener un estilo propio. Lo único que hago es seguir una tradición que es la tradición del rock español, del rock europeo, con la que crecí. Y evidentemente soy un artista europeo, no latino.
¿Alguien le llama aún José María?Sí. Sobre todo mis amigos de la primera época, con los que sigo teniendo contacto y antiguos jugadores de baloncesto con los que jugué, como Epi, etcétera. Sí, sí, sí, naturalmente.
En su biografía oficial se le define como una rock star, ¿qué implica ser una rock star?Esa es buena (risas). Supongo que la capacidad de detener algo que los demás no pueden tener. Te lo voy a poner fácil: yo jamás voy a ver a un artista que pudiera ser como yo. Yo pago para ver a alguien que es diferente, alguien que tiene un don especial, que tiene una manera especial de hacer las cosas en un escenario y que transmite algo especial.
El envoltorio de rock star viene a que jamás he soportado a los artistas humildes, a aquellos que dicen ‘yo soy como tú’. Porque si realmente eres como yo, ¿qué haces allá arriba y yo no? Tanto en el mundo del cine, como en el teatro, como en la literatura, como en la música… cualquiera que se dedique a esto tiene que tener un don, porque si no, realmente es mediocre. Y sí que es verdad que vivimos en una tremenda mediocridad últimamente… bueno, ya hace un tiempo. Es evidente que es difícil que nos sorprendan. Yo, al menos, soy un artista de fin de siglo. La mitad de mi carrera fue en el siglo 20 y la segunda mitad, en el 21. He vivido el final de un mundo y el inicio de otro. Es interesante de cara a los próximos 100 años, para la biografía, pero ahora es una putada.
Vale, no queremos ser humildes, pero ¿cómo conjugamos eso con mantener a raya al ego? Si es que hace falta mantenerlo a raya..¿Por qué? El ego es importante, tienes que creer en ti y debes tener fe en tu trabajo, en la fuerza que significa, en saber rodearte de los mejores.
La banda es importante…Una banda de rock es como un equipo de baloncesto, eso aprendí de mis años de baloncesto. El baloncesto es un deporte individual que se juega en equipo y el rock and roll es lo mismo. Si cada uno ocupa su lugar la magia se produce, ocurre cuando cada uno de los jugadores interpreta la jugada y sabe dar el pase del gol, que diría Igor Paskual, al delantero, que soy yo, para meter los goles. Ese es el concepto que he utilizado siempre.
Es como una peli de Clint Eastwood, que ha hecho la misma película durante muchos, años hasta que le sale. Pues yo he hecho lo mismo, hasta que me ha salido, porque esta es la mejor banda que he tenido en toda mi historia. Es una banda que, a diferencia de otros artistas, no tiene nombre compuesto, porque cada uno de los miembros de esta banda podían tener una banda propia, porque son apellidos importantísimos en la historia del rock español.
Por eso no tiene nombre y la llaman La 101, porque siempre nos lanzamos en paracaídas donde sea, como sea, de la manera que sea, y en las situaciones peores. Alguien dijo una vez de mi que lo que más le gustaba de mí era cuando era valiente y audaz y eso no lo olvido, porque la verdad es que también es cuando soy más yo y cuando más me divierto. Las dificultades me ponen mucho. Soy más reportero de guerra que otra cosa.
Ser valiente y audaz también implica muchas veces darse golpes ¿Cómo afronta eso?Estoy acostumbrado, tengo la piel dura y me fogueado en guerras muy duras. Para mí siempre que hay una dificultad, es una más. No tengo ese problema de los indies, por ejemplo, que se pasan el día llorando y sufren todo el rato. La vida también significa dolor y muerte y quien no entienda eso, mal asunto.
Volviendo a la descripción que hacen de usted en su web le atribuyen una estética entre macarra y dandy, ¿que es lo menos Loquillo que se pone? ¿Alguna vez lleva chándal o una camiseta de Bob Esponja, qué se yo?(Risas) Qué bueno… Tengo unos códigos muy definidos desde que tenía 16 años, porque con 15 años era Teddy Boy y entonces teníamos que ir al sastre para que nos vistiera a medida y siempre he tenido un concepto de la estética muy claro. Supongo que yo jamás me vestiría, con 61 años, de cuero, porque no soy miembro de los Hell Angels, tengo amigos en los Hell Angels, pero considero que si no voy en moto no tengo por qué vestirme de cuero negro con 61 años.
Soy un caballero 61 años y me he visto como tal. Y cuando tenía 19 años y estaba en Londres iba con los jeans rotos, las All Star y la chupa de cuero cruzada, uniforme Ramones. Creo que cada edad tiene su punto e intento ser lo más fiel a la edad que tengo. No me gusta dar una imagen alterada de la edad que tengo. Me ponen enfermo todas las formas decadentes de estética que utilizan en otros ambientes musicales, donde se toman prestados de una manera flagrante fórmulas del rock.
El rock es un referente…El rock ha cambiado la publicidad y la forma de entender y de vender un producto. Es la influencia más grande que hay ahora mismo en todo, como en los cantautores que quieren ser rockeros y enseñan anillos con calaveras… Oh, qué peligro, tío. La estética rock está en todo y es verdad que cualquier artista POP que quiere parecer rock se viste con cierta tendencia de rock. Yo eso lo tengo muy superado y lo que hago es ir de la forma más elegante posible y cómodo, conjuntamente con la edad que tengo. Evidentemente he pasado muy por encima ya de todas estas actitudes estéticas, porque soy Loquillo y no necesito presumir de más.
Hablando de esos préstamos del rock, ¿no cree en la fusión, en que los estilos puedan sumarse?El rock es una fusión y como te he dicho antes, soy un artista europeo y me ha influenciado la nouvelle vague, el cine polar, el free cinema, en neorealismo italiano, desde Antonioni a Godard. En ese sentido, toda mi cultura es una fusión de todo eso. He tenido la suerte de ser de una generación que todavía ha podido vivir ese momento álgido de la cultura europea. Y me he quedado con ella. De la Chanson a la Nova Cançó, pasando por el Beat británico, el pop francés… todo eso forma parte de mi de mi envoltorio personal. Y es cierto que cuando hago discos de poesía contemporánea, pues me acercó mucho más a la Chanson a la Nova Cançó que cuando hago un rock más personal o rock español. Esa es mi cultura, la fusión de todo eso es lo que es Loquillo y que miro más a Europa que a América.
Sexo, drogas y rock and roll. ¿Descartamos alguna?¿De verdad que todavía estamos con eso? Es bastante patético. Sexo lo hace todo el mundo, todo el mundo se toma alguna droga… El que no bebe, fuma, el que no fuma, toma cualquier tipo de psicotrópicos, alcaloides o lo que sea… era un slogan de la Transición. Nosostros en los 80, decíamos Chanel, cocaína, Dom Pérignon.
«Feo, fuerte y formal», dice la canción, ¿con cuál de esos atributos se identifica más?Con los tres, con los tres sin dudarlo. Primero, porque es una canción que marca mucho el personaje y segundo porque yo creo que me define perfectamente. Lo de feo va a gustos (risas). Lo de fuerte y formal sí que es cierto.
¿Cuánto hay de cierto en la leyenda de las groupies en el en el rock?Es una pregunta inadecuada para alguien de 61 años que lo ha visto todo en el mundo del rock. Forma parte de una época muy lejana. Y también groupies en el mundo de la economía y en el mundo de la política. Todos esos temas son de los 70, eso está muy lejos y esto es el siglo 21, estamos en el 2022. Cuando me preguntan sobre La Movida, me imagino a Serrat que le preguntaran sobre la Nova Cançó. Diría ¿que estás contando? Esto es un poco lo mismo.
¿Cuál es el mayor éxito vital que que reconoce haber conseguido?Estar aquí. Sí, porque yo empecé siendo periodista y haciendo programas de radio. Publicaba en Popular 1, en Star, hacía programas en Radio Juventud de Barcelona y hacía bastantes colaboraciones en periódicos, hasta que un día dije “no lo hace nadie, lo voy a hacer yo”. En aquel momento nadie daba un duro por mí y dije “mejor me lo ponéis”. Creo que tengo, no sé si alguien se acuerda 32, 33, 34 discos editados, no me acuerdo. Más de tres millones y medio de discos vendidos solo en España. Dentro de de los discos de rock con Los intocables, Trogloditas, mi carrera en solitario, una carrera al margen, con Gabriel sopeña, con discos de poesía contemporánea… En hemos grabado una nueva entrega dedicada al poeta julio Martínez Mesanza, Premio Nacional de poesía y el año que viene saldrá un disco doble que recopila los pocos conciertos que íbamos a hacer en la gira de la pandemia, que fueron muy emocionales y creo que la gente que estuvo en esos conciertos merece tener un testigo sonoro de ese momento. Entonces, ¿qué más se puede pedir? El trabajo, la constancia y, sobre todo, creer en tu oficio, que es algo que realmente me hace feliz.
¿Empezó como periodista, hay muchos periodistas que hablan de música y por supuesto que hacen crítica, cuál es la peor crítica que le han hecho en su carrera? ¿Y era justa o era injusta?En mi caso las críticas suelen ser políticas, jamás son críticas que tengan que ver con el trabajo, o lo mezclan. Cuando nosotros tocamos en el Wizink Center y abrimos el Protocolo COVID, tuvimos las peores críticas. Porque no eran sus amigos. Eso es lo que hay. En el peor momento y en la peor situación defendimos el oficio. No lo defendieron otros, lo defendimos nosotros y eso molestó un huevo. Se recaudaban fondos para el Banco de Alimentos de Madrid. Hay que tener cojones… Conozco a los grandes críticos musicales del país porque he crecido con ellos y muchos son amigos. Las críticas deben ayudar a los artistas a ser mejores.
¿Tenemos que separar al artista de la obra?Siempre, Sí, hay que separar la artista de la obra, por supuesto. Cada uno es hijo del tiempo que es, por lo tanto, no tiene sentido poner a un artista de un tiempo determinado en esta época, es muy distinto. Y, por otro lado, porque lo que queda es la obra. A mí me encantan los libros de Oriana Fallaci y todo el mundo decía que era una persona muy difícil. O me encanta musicalmente Frank Sinatra y todo el mundo decía de todo de él. Yo me quedo siempre con la obra y lo que puedo aprender del personaje y sobre todo me gusta el envoltorio del tiempo al que pertenece. Me gusta eso porque al fin y al cabo es la banda sonora de un tiempo determinado y yo lo soy. Soy consciente de eso y soy consciente de mi obra y de que no soy el mismo Loquillo que hizo un disco como La mafia del baile o Mis problemas con las mujeres que el que hace Balmoral o el que hace Diario una tregua, porque los tiempos también son diferentes y el personaje también ha cambiado.
Vive en un pueblo pequeñito ¿Por qué esa elección?No me gusta hablar de eso porque tengo vida privada. Vivo en Euskadi, punto… me fui por razones personales, profesionales y de visión de futuro. Y acerté. Me fui a vivir donde vivían la madre de mi hijo y mi hijo. Y es una decisiones de mi vida. Euskadi siempre me ha dado una percepción diferente de las cosas. Siempre me he considerado una especie de exiliado, de autoexiliado, disidente, como quieras… me gustaría vivir como extranjero.
¿Como se ve Loquillo en 10 o 20 años?Envejeciendo con dignidad. Es algo para lo que me estoy preparando. Nadie va a superar a David Bowie, así que con que nos acerquemos un poco, estará bien. Hay que saber envejecer con dignidad y saber saber salir por la puerta adecuada. Por eso es muy probable que el artista de rock se vaya diluyendo en el artista de teatro. Con los años. Primero por una cuestión física, y segundo, porque quizás el peso del segundo repertorio será más amplio que el del primero y será más adecuado para la edad. El teatro es para mí el lugar. No soporto a los artistas que van con un repertorio de rock con cuatro acústicas a un teatro, es como tocarle los duros a la gente dos veces. A un teatro hay que ir con un espectáculo distinto, que tenga que ver con el teatro. La poesía me da esa amplitud. A veces tienes que ir al teatro porque en la ciudad en la cual tocas es el espacio que hay y hago un poco de tripas, corazón.
Donde he aprendido a ser artista o a desarrollar toda mi postura estética ha sido el teatro. Los conciertos de rock son viscerales. Hay unos grandes amplificadores, hay unas grandes luces… El artista real se demuestra con un foco y él. Y a mí eso siempre es lo que más me ha puesto. Por eso digo que es una cuestión de ir preparándome ese camino y me veo de esa manera. Desde luego no me veo intentando tener 40 años cuando no los tengo.
¿Y retirado nunca?¿Retirado? Cuando me muera. Yo no hago vacaciones, siempre digo que haré vacaciones cuando me muera. ¿Retirado?, madre mía, eso se lo dices a cualquiera que me conozca y se ríe en tu cara (risas). No, no, yo tengo que estar activo. Estoy terminando mi quinta novela. Me gustaba trabajar y me gustaba tener una disciplina personal y me gusta mi oficio. Y mi afición me da muchas posibilidades, me gustaría volver a producir documentales, evidentemente sin subvenciones. Yo soy muy independiente en eso, cuando hablo de independencia.